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Publicado por: movitae
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Normalmente cuando pretendemos explicar la forma en la que los bebés progresan en su desarrollo psicomotor durante sus primeros meses de vida hasta que alcanzan la postura erecta, evocamos una serie de hitos en la evolución que comienza por una posición boca arriba, lograr voltearse, lograr levantar la cabeza boca abajo, elevar el tronco con apoyo en manos, conseguir colocarse a cuatro patas, sentarse, gatear y por fin sostenerse de pie y caminar. Todos estos iconos han servido hasta hace poco para sostener la idea de que forzosamente el ser humano debe pasar por estas etapas para alcanzar un desarrollo psicomotriz eficaz.

Sin embargo, el desarrollo es un proceso sin etapas obligatorias, no lineal y tal y como defendía el pediatra y psicólogo infantil A. Gesell, este desarrollo sigue una jerarquía en espiral. El desarrollo sigue una naturaleza dinámica que se caracteriza por la alternancia de avances y retrocesos, sin que estos últimos tengan una connotación negativa, sino todo lo contrario, son una oportunidad para re-explorar habilidades y perfeccionarlas (1).

Adicionalmente, la variabilidad en el desarrollo también reside en que, de acuerdo con sus circunstancias, los niños encuentran soluciones idiosincrásicas para lograr conseguir sus objetivos, desplazándose para ello y encontrando formas cada vez más eficientes y eficaces de hacerlo a medida que progresan en su desarrollo.

Ahora, centrándonos en el gateo, la edad a la que se suele adquirir esta habilidad según algunos autores es entre los 7 y 10 meses, y otros entre 6 y 9 meses (2). No está establecido con exactitud a qué edad debe iniciarse, y como vemos existe un rango muy amplio que va desde los 7 hasta los 10 meses. Así pues, el consenso actual muestra que el gatear no puede considerarse un hito que aparezca a una edad fija, sino que el proceso del desarrollo como se ha explicado previamente es típicamente no lineal con formas inter-mezcladas donde no hay prerrequisitos obligatorios (2).

El patrón de gateo más esperado en un humano, debido a su morfología y estabilidad, es el que asemeja a los animales cuadrúpedos. El clásico patrón de gateo es el patrón contralateral rítmico (Figura 1) de miembros superiores e inferiores (mano derecha y rodilla izquierda se mueven junto con la mano izquierda y rodilla derecha).

Figura 1. Gateo según un patrón de movimiento contralateral en la que el bebé avanza adelantando brazo y pierna contrarias a la vez.

Sin embargo, no todos los niños gatean de esta forma y, es más, no todos los niños optan por gatear. En la literatura se describen diferentes variantes de gateo (2), las cuales se encuentran bien estudiadas (Fig. 2) y no se consideran patológicas, como pecho a tierra, en modo remo, desplazamiento sentado con una pierna cruzada, desplazamiento con las rodillas extendidas o “gateo del oso”, arrastre con los glúteos utilizando manos, rodillas y pies para moverse. Incluso hay casos en los que el niño camina sin haber gateado previamente. Así es que podríamos decir que el niño adapta y adopta diferentes posturas, entre ellas las de gateo hasta conseguir ponerse de pie y caminar.

Figura 2. Ejemplos de estilos de gateo. A. Gateo estándar: el niño gatea con manos y rodillas. Brazo izquierdo y pierna derecha o brazo derecho y pierna izquierda se mueven a la vez. B. Gateo del oso o gateo con manos y pies: el patrón de movimiento y balanceo es el mismo que A, pero el niño inicia la postura con el pie y no con la rodilla. C. Mezcla paso-gateo: el niño utiliza el pie izquierdo y la rodilla derecha. la pierna izquierda inicia la postura apoyando el pie izquierdo. El brazo izquierdo y pierna derecha se balancean juntos y la pierna derecha retoma la postura con la rodilla derecha. El balanceo del brazo derecho y pierna izquierda terminan con la postura del pie izquierdo. D. “Pecho a tierra”: el desplazamiento ocurre manteniendo el ombligo en contacto con el suelo. Mientras el brazo izquierdo y el pie derecho realizan el balanceo, la pierna izquierda se extiende para empujar el suelo para poder avanzar al frente a la vez y que tira para ayudar al arrastre con el brazo derecho. E.”De Pompis”: en posición sentado, el niño utiliza la flexión de las rodillas y las piernas para impulsar el cuerpo hacia delante. F.”Gateo de remo”: el niño inicia el movimiento sentado sobre una pierna y la nalga del mismo lado (derecha según el dibujo). Eleva la pelvis apoyándose en la mano (derecha) la rodilla del mismo lado y el pie de la pierna contraria. Apoyándose en el pie y la mano mueve la pierna que estaba apoyada en la rodilla y por fin balancea la pierna que apoyaba en el pie (la izquierda en este dibujo), para así regresar a la posición de sentado y reiniciar el ciclo (Copiado de Oldak-Kovalsky B y col. Gateo. Revisión de la literatura).
Pero en realidad más que centrarnos en si el gateo es indispensable o no y las consecuencias que pueda tener la existencia o no de este complejo patrón de movimiento, donde deberíamos centrar la cuestión es en la relación que existe entre el movimiento y el aprendizaje, porque si lo pensamos detenidamente, lo realmente valioso para el desarrollo psicomotor exitoso, es el movimiento. Por eso, la pregunta que deberíamos plantearnos, y en la que se centra actualmente gran parte de la discusión científica es la siguiente: ¿hasta qué punto es importante el movimiento para el aprendizaje? Hannaford (3) señala que los sistemas vestibular (oído interno) y el cerebelar (actividad motora) son los primeros de los sistemas sensoriales en madurar.

Los canales semicirculares del oído interno y los núcleos vestibulares son la fuente de recopilación y retroinformación para los movimientos.  Desde el cerebelo, a través de los tractos nerviosos, viajan impulsos al resto del cerebro; también a los núcleos vestibulares, los cuáles activan el sistema activador reticular (cerca de la zona superior del tallo encefálico), de gran importancia para lograr la atención, regulando los datos sensoriales de entrada. Esta interacción ayuda a mantener el equilibrio, a mantener la atención, a transformar el pensamiento en acciones y a coordinar los movimientos.

Podríamos pensar también que el niño va a adaptarse al mundo que le rodea desde que nace a través de diversas acciones motrices (2). De hecho, ya nace con una necesidad de moverse, gracias a la cual conoce, aprende y se conecta al mundo exterior, tiene contacto con todo lo que le rodea y de esta exploración tiene también la vivencia de diversas experiencias, gracias a las cuales y en gran medida, se crearán las conexiones neuronales necesarias para que puedan darse aprendizajes futuros (3).

Por lo tanto, lo importante no es si el niño gatea o no y cómo gatea, sino permitir que el niño se mueva, que lo haga en diferentes entornos, así como brindarle juegos y actividades que estimulen a través del movimiento diferentes formas de organizarse y equilibrarse, con el fin de estimular todos los sistemas sensoriales implicados en el aprendizaje y la ejecución del movimiento. Son interesantes por ejemplo actividades que estimulen su sistema vestibular (a través de juegos de vaivén, de balanceo o mediante actividades cotidianas como podría ser el porteo ergonómico).

Por tanto, podemos concluir que (2):

- el gateo aparece como una etapa frecuente dentro del desarrollo psicomotor del ser humano y que es sorprendentemente diverso.

- el gateo, aún siendo importante para el desarrollo de muchos aspectos del sistema nervioso, parece no ser una etapa crítica ni indispensable para el desarrollo del ser humano.

-  la ausencia de gateo no se relaciona con problemas neurológicos o adaptativos de ningún tipo, ni con problemas o retrasos del desarrollo.

Lo que, si está demostrado (2), es que un programa de desarrollo psicomotriz en el niño sano ayuda a potenciar sus habilidades motoras y probablemente influya sobre el desarrollo de su inteligencia. Adicionalmente, sabemos que los factores ambientales son fundamentales en todo el proceso de reorganización cerebral, creación y consolidación de conexiones neuronales (4) .

Por eso, desde Bebés en Movimiento queremos apoyar el desarrollo del niño acompañándole en sus descubrimientos, propiciando un ambiente plural y diverso en el que pueda vivir múltiples experiencias para que tenga la oportunidad de desarrollar una mente “flexible”, para que pueda desarrollar todo su potencial motor, social y emocional, para que pueda desarrollar sus posibilidades y sus capacidades. Así mismo, pretendemos brindar a los padres una serie de conocimientos para que despierten la confianza en sus propios instintos de paternidad entiendan el desarrollo de sus hijos y sepan como acompañarlo.

  1. Sánchez González MM, Gutiérrez Fernández L. Bebés en movimiento: acompañamiento del desarrollo psicomotor, sensorial y postural de tu bebé. 1ª ed. Zamora: La Casita de Paz; 2016.
  2. Oldak-Kovalsky B, Oldak-Skvirsky D. Gateo. Revisión de la literatura médica. Rev Mex Pediatr. 2015; 82(4): p. 144-148.
  3. Hannaford C. Smart moves: why learning is not all in your brain. 2nd ed. United States: Great River Books; 2005.
  4. Bermúdez de Castro, JM. La evolución del talento Barcelona: Debate; 2009.

 

Si te gustaría saber más de esta y otras fases del desarrollo de tu bebé y cómo acompañarlas de forma respetuosa en vuestro día a día, puedes comprar nuestro libro: “ Bebés en Movimiento y/o inscribirte en el curso " Bebés en Movimient o".

   


 


MaríaMaría del Mar Sánchez González.
Fisioterapeuta-posturóloga
Col. 4022
Directora de “TEMA”. Terapia del movimiento Avanzada.
www.terapiadelmovimientoavanzada.es
www.bebesenmovimiento.com
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